La presente crisis financiera global –fruto de una deplorable especulación e irresponsabilidad humana– no vino sola. Al impacto que produjo en los países centrales y su proyección al resto del mundo, los países están tratando ahora de solucionar su peor consecuencia: la recesión y la pérdida de empleos.
En el caso particular de los Estados Unidos, las primeras medidas fueron para apuntalar el sistema financiero –responsable mayúsculo de la crisis– y dar pronta solución de asistencia a tres emblemáticas empresas de automóviles: General Motors, Ford y Chrysler. Y aquí está lo más llamativo. Se trata de empresas que, en realidad, estaban virtualmente quebradas mucho antes de la crisis, justamente por no haber hecho durante años las cosas bien. La contra cara de esta realidad la brinda Toyota, que supo tener una estrategia acorde con la nueva economía, introducir los cambios de la mano de una revolucionaria innovación en los procesos de fabricación, administración y gestión. Los resultados de ello están a la vista: ¡Desde mediados del año 2008, Toyota desplazó a GM como fabricante N° 1 del mundo, y es la más rentable de la industria!
Reducir al factor suerte el posicionamiento global de liderazgo y ganancias de Toyota, sería de una gran subestimación y falta de respecto hacia la conducción de esta compañía. En cambio, ver cómo los “directivos” de las tres empresas automotrices norteamericanas han salido a la búsqueda del “Papá-Estado” para que les dé una mano, sí es muy lamentable e injusto. Si bien la preservación de las fuentes de trabajo es la prioridad, lo ocurrido con la gestión de estas empresas es un fiel reflejo de la carencia de líderes y de la falta de profesionalismo y sensibilidad de los ejecutivos que las representan.
La inmoralidad reinante es de tal magnitud que el presidente de los Estados Unidos –Barack Obama– acaba de solicitarles a los ejecutivos de las empresas que frecuentan Wall Street asumir el rol de responsabilidad que la sociedad espera de ellos. Concretamente, frente al desembolso de US$ 18,400 millones que hicieron las empresas para distribuirlo en gratificaciones para sus ejecutivos a lo largo de 2008, cuando el sistema financiero tuvo que recurrir a un gigantesco plan de rescate por la crisis, es un acto “vergonzoso”. Obama acaba de refutarle a los líderes de la industria que “el pueblo entiende que estamos en un agujero del que tenemos que salir, pero no le gusta la idea de que algunos estén haciendo el agujero aún más grande mientras les piden a ellos que lo llenen".
Ahora bien, la industria automotriz tampoco quedó sola en este pedido de asistencialismo. También se vislumbran intentos similares provenientes de los periódicos. Ya han surgido voces en los Estados Unidos que consideran que algo similar habrá que hacer para preservar a las compañías editoras de periódicos que se encuentran, desde hace tiempo, camino al “crac” financiero. A ello se le sumó la posición directamente asumida por el presidente de Francia -Nicolas Sarkozy- en defensa de los periódicos de su país.
Que la industria del periódico –especialmente la tradicional– ya no responde a las prioridades de contexto actual, tampoco en una novedad. Pero lo increíble es que poco y nada han hecho para reformular estratégicamente el negocio, salvo forzadas tácticas de “aggiornamiento” que generalmente nunca han dado los resultados esperados. Y ello no fue porque no existieran analistas y profesionales que venían anticipando la necesidad del cambio. Pero ahora que la soberbia de estos directivos quedó superada por la realidad, se han centrado en lo que más saben hacer: ¡Reducir puestos de trabajo! Mientras tanto, continúan al frente de la gestión preservando sus fuentes personales de ingresos y a la eventual espera de un salvataje del “Papa-Estado” que sería, verdaderamente, injusto, anti ético y deplorable.
¿Qué es lo que hoy está en juego en la industria? No son los periódicos sino la nueva forma de hacer periodismo multiplataforma de calidad que necesitan las audiencias fragmentadas, para estar diariamente informadas en un contexto 24/7. Y para reformular la estrategia del negocio que permita alcanzar el objetivo mencionado, no se necesita recurrir a ningún asistencialismo del estado. Pero sí es vital contar con la presencia de una nueva generación de ejecutivos moralmente sanos y plenamente convencidos del rol central que tiene el lector-usuario dentro del nuevo modelo, y obrar en consecuencia.
Mientras este cambio no ocurra, no tenga dudas que la industria del periódico seguirá en problemas, por una razón fundamental:
¡Nunca fue negocio remar contra la realidad, máxime cuanto el poder pasó a estar en manos del cliente!
Periodismo versus Soporte “Papa-Estado”
José Podestá – Editor