Desde la Crisis, Cómo Respondemos al Lector

Tal vez no todos los periódicos establecidos en Latinoamérica llegan a comprender la magnitud de la crisis que está impactando, en la industria, en los Estados Unidos y Europa. Más aún, posiblemente no tengan bien en claro lo que está sucediendo, dado que en América Latina el paisaje se viene mostrando muy favorable, incluso para el lanzamiento de nuevos periódicos. Y de ello hay ejemplos bien concretos.

Lo cierto es que desde hace un tiempo prolongado la industria del periódico, en ambos continentes, se encuentra afectada por la tendencia negativa en los ingresos por circulación, publicidad y clasificados. Por su parte, el aumento de los costos fijos y variables también vienen haciendo lo suyo. Y si bien los periódicos tienen bien en claro qué hacer frente a estos problemas, una vez implementados los cambios terminan luego viéndose sorprendidos por una realidad-contexto que también les juega en contra. Si bien todo esto no deja de ser una complicación, ahora se le sumó la crisis financiera global, produciendo una caída muy significativa en el valor de muchas empresas de periódicos.

Realmente el panorama en estos países se tornó en muy preocupante, pues al no estar aún solucionados los problemas congénitos del negocio tradicional, los periódicos se encuentran ahora en una posición de extrema debilidad frente al escenario de la crisis. Así como hasta ayer el capital era un recurso de alta disponibilidad que fluía por el mundo, ahora se tornó en un bien escaso que deben los gobiernos asignarlo como materia prima dentro de la ingeniería financiera que, prioritariamente, resguarde al sistema capitalista.

Frente a este escenario, ¿qué están haciendo los periódicos? Básicamente, dos cosas:

- En 1er. lugar, lo que pueden y mejor saben, es decir, reducir gastos.

- En 2do. lugar, poniendo involuntariamente en peligro algunas de las fortalezas y propuestas de valor del negocio, derivadas de las decisiones tácticas que están adoptando para paliar la crisis.

Justamente este último tipo de decisiones merecerían estar previamente encuadradas en la reformulación de la estrategia del negocio. Pero lamentablemente no está sucediendo, al menos por los ejemplos que en los últimos días vienen registrándose, algunos de los cuales hasta ponen en peligro la viabilidad del periódico.

Muchas veces hemos escuchado lo que significa crisis para los orientales. También sabemos cómo ellos manejan la variable tiempo y cómo evitan el descontrol de la mente frente a las situaciones extremas. Esto los lleva, en la práctica, a cometer menos desaciertos que los occidentales y a ser más perseverantes frente a un problema. Entonces, si recordamos y asumimos que siempre hay más de una alternativa para abordar un problema y que la decisión debería contemplar el menor impacto negativo en el negocio, seguramente que muchos de los ejemplos-noticias que hemos escuchado de algunos periódicos, éstos podrían haber tenido una mejor resolución.

La presente realidad también se constituye en una gran oportunidad –tal vez la última para algunos periódicos– para hacer aquello que siempre quedó pospuesto: ¡La reformulación del negocio! Más aún: “¡La destrucción del negocio!”, tal como en más de una oportunidad el ex CEO de General Electric –Jack Welch– les establecía como imperiosa necesidad a sus gerentes. Y de esto se trata:

De re-inventar el negocio del periódico, en lugar de asestarle, sistemáticamente, impactos negativos desde lo táctico.

¿Por qué impactos negativos? Porque eso es lo que uno viene observando desde hace tiempo, toda vez que lo hecho desde el producto-periódico poco y nada tiene que ver con las prioridades del cliente-lector que diariamente lo compra y lee. Así, cada vez más y con mayor frecuencia el lector se encuentra ante un producto que le brinda menor valor en términos de contenidos, calidad y lenguaje de redacción.

Mientras América Latina no se encuentre ante la misma coyuntura que hoy están enfrentando los periódicos de los Estados Unidos y Europa, se estará transitando un momento y oportunidad únicos para pensar y anticiparse a los cambios que han de suceder. Por tanto, aquellos que se adelanten a los mismos –vía la reformulación del negocio– serán los que podrán llegar a capitalizar los beneficios de una estrategia competitiva, en consonancia con el cliente-lector. Caso contrario, más tarde muchos se lamentarán de estar haciendo “más de lo mismo”.
José Podestá – Editor

domingo, 2 de noviembre de 2008